domingo, 17 de enero de 2010
Le diste la espalda, todo lo que habías prometido quedó guardado en el baúl de las falsas ilusiones que mantienes cerca de tú cama para lanzarlas cuando se te dé la gana. No te importó lo mal que se sentía, no quisiste quedarte a su lado para hacerle compañia, para apoyarla cuando más te necesitaba, para decirle que todo iría bien aunque fuera otra de tus malditas mentiras... no, ¡no quisiste! porque sabías que la causa de todos sus problemas siempre fuiste tú.
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